Cuando se inició la construcción del Ferrocarril al Pacífico, acercando la vía hasta Santo Domingo de San Mateo –hoy la próspera ciudad de Orotina-, los viajeros debían completar el viaje a caballo, siguiendo el trazo de la antigua carretera nacional San Mateo-Esparta-Puntarenas. Fue lugar de descanso. Se produjo el apogeo de fondas y los comercios menores. Se establecieron familias extranjeras.
La
Locomotora MARÍA CECILIA, actualmente en los jardines de la Estación del
Pacífico, del Instituto Costarricense de Ferrocarriles -INCOFER-, San José,
prestó servicio durante muchos años en el Ramal Esparta-Puntarenas. (Foto:
Página de "Costa Rica y su Historia", Facebook).
Más tarde
fue el mercado de ganado más fuerte del país. Allí llegaban las partidas de
reses arreadas desde el Guanacaste y también desde Nicaragua. Allí, se daban
cita los expendedores y los destazadores que iban a proveerse de ganado. El
sobrante se arreaba hacia las plazas de Alajuela, Heredia, San José o Cartago.
Cada una tenía su día especial.
Pero lo
fundamental es que la Ciudad del Espíritu Santo de Esparta fue la puerta
de entrada de la civilización europea. Por sus trillos pasaron los
Conquistadores y sus gentes; también los ganados importados, para crear riqueza
pública.
Quedan huellas de un pasado histórico muy
apreciable. Si el aprovechamiento de la Bahía de Caldera y la acogida que tuvo
la ruta hacia el Altiplano tuvieron su importancia en aquellos días, no queda
duda de que hubo visión, pues fue más fácil la conquista: lo mismo del
altiplano (meseta) central que de la costa del Pacífico.
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